lunes, junio 06, 2005

¿Amorochados?

Los venezolanos debemos dormir con un ojo abierto para hacer frente a las tramperías de el supremo y sus secuaces electorales. Tenemos que atender la auditoría del REP, la revisión de los circuitos electorales, los cuadernos electrónicos, etc. Y sobre todo un asunto de suma importancia: Las Morochas. Esta estrategia del gobierno consiste en usar una tarjeta para que sus votantes sufraguen por una tarjeta en los circuitos, el llamado “voto uninominal”, y por otra tarjeta para el llamado “voto lista”. Así el gobierno se asegura que la primera minoría se lleve una cantidad desproporcionada de votos. Con esto, sin necesidad de forzar mucho la barra, replicando los espurios resultados de las elecciones de gobernador o del referéndum revocatorio, se llevaría la casi totalidad de las diputaciones y concejos municipales. Mantequilla.
Con las morochas, el comandante y sus muchachotes del cne dirán que todo salió como era previsible, que no hubo ninguna avalancha de votos oficialistas, que ni siquiera se sacaron los diez millones de votos ordenados por el jefe, sino que con esmirriados cuatro millones de sufragios se había logrado este triunfo popular. Vaselina.
Las Morochas son un fraude a la voluntad popular. Debe respetarse la proporcionalidad de las representaciones populares, la presencia de un sector político en el parlamento debe ser adecuada a su fuerza política; pero con las morochas el gobierno, aún perdiendo, gana. Esto es inaceptable y quienes acepten ir en tan desiguales condiciones cometen un grave error, porque le darán al régimen un arma formidable para su legitimación, permitiéndole ganar aún perdido. El año pasado se le permitió inventar las firmas planas, y con eso el fraude ganó fuerza y forma, por la debilidad de un liderazgo que no estaba a la altura de su pueblo. No podemos permitirlo de nuevo. Hagámosle frente a las tretas del gobierno, denunciándolas y poniendo en claro que no vamos a dejar, de brazos cruzados, que se siga burlando la voluntad de los electores. Amorochados no vamos. Barajo.